Otra de las preguntas más frecuentemente realizadas por los pacientes que están contemplando la cirugía de pérdida de peso es si realmente dejarán de sentir hambre después de ser operados.
La respuesta es: No, no dejarán de sentir hambre.
Sin embargo, cambiará mucho la intensidad y frecuencia de los episodios en los que se presenta la sensación de hambre.
Percepción de la sensación de hambre después de la manga gástrica
En esta ocasión nos enfocaremos exclusivamente en la sensación del hambre como tal y más que hablar de los efectos fisiológicos de la cirugía, los cambios hormonales, el cambio en la capacidad gástrica, etcétera, hablaremos de los aspectos psicológicos de la percepción del hambre y el apetito.
Es importante tener en cuenta que el hambre es una sensación muy primitiva, algo para lo que nuestro cerebro y organismo están programados desde el inicio de nuestra existencia. Y aunque no lo queramos ver así, se trata de un tema de mera supervivencia. Es por ello que solemos asociar la percepción del hambre con algo muy poco agradable, casi intolerable y que no se lo deseamos a nadie.
Siendo lo más objetivos posibles, la verdad es que el hambre como tal, la sensación pura de tener hambre, si lo analizamos bien no es tan grave o desagradable. Sentir hambre no tiene consecuencias tan severas como nuestro cerebro y subconsciente suelen hacernos pensar.
El punto de este artículo no es convencerte de aguantar la sensación del hambre sin hacer nada al respecto, sino de que muchas veces llegamos a estar sentados frente al alimento sin realmente tener la necesidad fisiológica-física de comer. En ocasiones comemos por otras razones muy distintas al hambre.
Tipos de hambre
Podemos clasificar el hambre en dos partes: el hambre física (real) y el hambre emocional (o circunstancial).
Hambre física
Cuando una persona realmente tiene apetito y el organismo requiere energía en forma de alimento, el cuerpo nos avisa con diferentes señales fisiológicas, siendo la más común el gorgoteo y movimiento del estómago e intestino, en conjunto con la sensación de vacío que se percibe en la parte superior del abdomen. Esta sensación puede ser vencida o ignorada de forma más sencilla de lo que creemos, ya que no deja de ser una sensación considerablemente menos desagradable que el dolor físico o emocional, por citar un ejemplo.
Sin embargo, hay quienes además de esta sensación ”tolerable”, comienzan a sentir fatiga, debilidad, malestar general, cambios en el estado de ánimo, dolor de cabeza y hasta náuseas.
Cuando se presentan éstos signos o síntomas es imposible ignorarlos y dejarlos de lado. Este tipo de apetito sí debe ser saciado con alimentos, preferentemente de la mejor calidad posible, ya que cuando tenemos mucho apetito solemos comer más rápido y en cantidades mayores. Si nuestro objetivo es perder peso no podemos descuidar estos tres detalles tan importantes: la velocidad a la que comemos, la calidad y cantidad del alimento que ingerimos.
Hambre emocional o circunstancial
Aquí es donde la persona debe buscar modificar sus costumbres o circunstancias desde el punto de vista emocional y social, ya que tenemos muy arraigada la ingesta de alimentos con las relaciones interpersonales y el procesamiento de nuestras emociones.
Algunos ejemplos donde podría manejarse la situación de forma diferente si nuestro objetivo principal es la pérdida de peso, ya sea relacionada o no con la cirugía de manga gástrica o cualquier otro procedimiento bariátrico son:
En las reuniones familiares donde nos encontramos con gente querida nos sentimos felices de ver a personas que no hemos visto en mucho tiempo. Por lo que es casi un hecho que en dicha reunión, el momento más importante de la misma será el momento compartir la comida con los seres queridos y no solo eso, sino que la comida puede ser uno de los temas principales: la calidad, la cantidad, los recuerdos de otros miembros y sus habilidades en la cocina, etcétera. Todo esto nos lleva a asociar la comida con momentos felices, por lo que cada vez que se presenta este tipo de oportunidades de comer con la familia o amigos no lo desaprovechamos y solemos comer en exceso.
Es por ello que muchas personas cuando se sienten agobiadas o tristes suelen refugiarse en la comida como su zona de confort.
Otro ejemplo en el que solemos comer sin realmente tener apetito es cuando ingerimos alimentos que nos gustan mucho, que desafortunadamente suelen ser altos en carbohidratos, grasas y calorías. Por lo que solemos sucumbir ante las tentaciones con mayor facilidad y antes de que realmente se presente la sensación de hambre. Más bien se trata de un deseo, ya sea emocional o no, de comer un alimento que nos gusta. En esta circunstancia también solemos comer más de lo que nuestro cuerpo necesita.
Otra situación, aunque me parece que es menos complicado evitar caer en ella, es cuando tenemos una rutina específica en nuestro día a día con horarios establecidos para el momento de ingerir nuestros alimentos. ¿No te ha sucedido que estás frente a tu alimento sin hambre pero estás allí por costumbre, ya que es la hora de la comida? Esto es muy variable y depende mucho de cada persona, es casi seguro que muchos de nuestros visitantes o pacientes se han visto en esta situación donde la sensación de hambre realmente no está presente, es mínima e inconsciente, pero que por costumbre ya están listos para el primer bocado.
Consejos para manejo del hambre
Todo esto que comentamos es con el objetivo de ayudarte a analizar bien tus días, tus costumbres, tus emociones y tu relación con la comida, ya que es muy probable que si eres lo suficientemente autocrítico puedas mejorar muchos aspectos de tu vida en relación con el alimento y los malos hábitos que giran alrededor del mismo.
Si haces un análisis profundo te será más fácil comer únicamente cuando debes comer, que es cuando se presenta la sensación del hambre física. Cabe recordar también que cuando se presenta esta hambre física debes de ser consciente de la velocidad y cantidad con la que te alimentas y no dejar que dicha sensación gobierne estos dos aspectos que en nuestra opinión son cruciales, tanto para la pérdida como manutención de dicha pérdida de peso después de una cirugía bariátrica.